
Alto de la Ballena abrió el camino para poner al terroir fernandino definitivamente en el mapa de la elaboración de vinos de alta calidad de nuestro país.
Cuando Álvaro Lorenzo y Paula Pivel eligieron esas tierras altas casi en la intersección entre la ruta 9 y la ruta 10, ni imaginaron que Maldonado se iba a convertir en el departamento de más rápido crecimiento en la vitivinicultura en el siglo XXI y su proyección mundial.
Enclavadas en lo alto de la Sierra de la Ballena, se plantaron 8 hectáreas de viñedos en un suelo pedregoso y arenoso, con influencia de los vientos marítimos, germen también de una oleada de vinos costeros, atlánticos u oceánicos que hoy tienen gran aceptación del público en todas las latitudes por su frescura y su mineralidad.
A pesar de su limitada producción, la bodega tomó un camino que la llevó al éxito: respetar el tiempo de crianza en barrica y sumarle la evolución de la guarda en botella antes de presentar cada una de sus añadas al mercado. De tal modo, la línea Reserva que hoy ofrece Senderos del Tannat es de Cabernet Franc y Merlot del 2016 y el corte Tannat- Viognier (uno de sus más representativos y exitosos), del año 2015.